lunes, 21 de octubre de 2013

Día 17: Kinemorfosis

Comenzamos esta investigación indagando en el concepto de habitación. Al reflexionar sobre este tema, surgen ideas como: experiencia, huella, prisión, espacio, nómada, memoria, castillo, tierra, refugio,...
Esta heterogeneidad de palabras, algunas con especial interés, como "nómada", deriva en la idea de entender la habitación no sólo como un concepto físico, si no también psíquico. La habitación se convierte entonces en un concepto mental, el cual vaga siempre junto a la persona y que proyectamos en diversos momentos y lugares; puede ser el conjunto de experiencias, recuerdos vividos en ella, ropa, lapiceros, fotografías, el vaso de por las noches, cajones sábanas, tus zapatillas preferidas o aquel viaje que realizaste a Londres en verano teniendo que alquilar una habitación descuidada. Todo esto forma nuestro concepto de habitación expandida, no limitada al espacio físico, más personal y psíquico.
Buceando en esta idea, nos encontramos con Rudolf Von Laban, un teórico de danza contemporánea, del cual nos interesa principalmente su concepto de la "kinesfera": espacio que nos rodea, demarcado físicamente por el límite que establece el movimiento corporal sin desplazamiento. Enlazándolo con nuestra investigación, podemos entender la kinesfera como ese concepto de habitación expandido. Alberga a nuestro cuerpo, se desplaza con él, lo define, es a la vez físico y mental; depositamos en ella todas nuestras experiencias, llenándola a cada paso, adaptándose a nosotros. Esta última es una de las características más relevantes y de interés, la capacidad de transformación, adaptación, metamorfosis. Nuestra kinesfera cambia y aumenta a medida que crecemos, y se transformaría si, por ejemplo, perdemos un brazo; de igual forma, nuestra habitación cambia con nosotros, adaptándose a nuestro crecimiento e intereses. Innovando un poco, podemos crear el concepto de "kinesfera mental" también importante para nosotros y portadora de todas estas experiencias y pensamientos mencionados.
Esta capacidad de maleabilidad de la kinesfera es beneficiosa para nosotros, pero también puede ser empleada por personas ajenas a nosotros para deformarlas a su gusto, dependiendo de sus intereses mediante influencias inconscientes o subliminales.
Hoy en día, las personas, empresas, entidades,... se enriquecen moldeando a los demás, imponiéndoles una imagen y unos intereses determinados, creando kinesferas globalizadas, prototípicas e impersonales. La misma sociedad, a veces sin ser consciente de esto, potencia esa situación "obligándonos" a comportarnos de una forma establecida y a tener una serie de gustos. En relación a esta idea, nos encontramos con la teoría de la Pirámide de Maslow: La necesidad de ser aceptado. El rechazo es especialmente doloroso desde un punto de vista emocional a causa de la naturaleza social de los seres humanos y nuestra necesidad básica de ser aceptados en los grupos. Según Maslow, todos los seres humanos, aún los introvertidos, necesitan ser capaces de dar y recibir afecto para ser psicológicamente saludables.
la mayoría de las ansiedades humanas parecen reflejar temas vinculados con la exclusión social. Ser miembro de un grupo es importante también para la identidad social, que es un componente clave de la autoestima.
De esta forma encontramos la transformación de la kinesfera y, por extensión, de la personalidad, como método para el control social y la adquisición de poder. Ya sea mediante marcas (McDonalds, Apple,..), cánones prototípicos (Barbie, campañas de moda,...), o políticos y demás figuras sociales, hoy en día muchas personas se enriquecen a costa de engañar y transformar a los demás. Proyectan en nosotros sus ideas y sus imágenes, hasta nos transforman en prendas de ropa que estrujan y deforman como quieren, haciéndonos reflejos de su propia marca.

"Las personas comunes y corrientes se sienten pertenecientes al mundo que los rodea, ya que el proceso educativo les han transformado en adultos que se sienten espiritualmente ligados a su sociedad. Sin embargo esto no ocurre con los individuos cuyas inclinaciones temperamentales no son aprovechables por su sociedad, y que en ocasiones ni si quiera son tolerados por ella", Margaret Mead

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