martes, 31 de diciembre de 2013

Día 82: Ideas interesantes de "Los símbolos del hombre" de Jung.

Estas ideas y conceptos me serán muy útiles a la hora de elaborar el contenido de mi novela gráfica.


Símbolos. Sueño-> representación del inconsciente. Deseos, impulsos e intenciones, pensamientos racionales e irracionales

Experiencias surgen posteriormente en los sueños, como una reflexión tardía.

Pérdida del alma en los pueblos primitivos. Rotura de la consciencia. Alma selvática: animal, árbol,…

Disociación, pérdida de identidad. Fragmentación.

Represión-aparece en sueños. Pueden producir perturbaciones psíquicas.

Sueños: dimensiones espacio y tiempo distorsionadas.

Miedo a la novedad en culturas primitivas y también en las actuales.

Ideas olvidadas aparecen en los sueños.

Las ideas conscientes se reflejan simbólicamente en los sueños. Metáforas

Primitivos personifican las cosas, animales, plantas (participación mística).

Muchos sueños presentan ideas análogas a antiguos mitos, ideas o leyendas.

Nos impactan las imágenes de los sueños por su “simbolismo onírico”.
Función de los sueños: restablecer el equilibrio psicológico.
Gente con mucho ego- sueños d volar y caer

Nuestro inconsciente percibe antes algunos traumas o peligros.

Se originan en un espíritu más relacionado con la naturaleza. Estratos instintivos básicos se encuentran en el inconsciente.

A veces no  nos acordamos de los sueños, pero estos nos transforman y afectan a nuestro humor.

Motivos: ser perseguidos por animales u hombre hostiles, estar poco o ridículamente vestidos en lugares públicos, tener prisa o estar apretado entre la multitud, luchar con armas inútiles o estar indefenso, correr mucho sin llegar a ninguna parte, crecer o disminuir (Alicia)

Un sueño repetido suele ser un intento de compensar un defecto particular en la actitud del soñante hacia la vida; o puede tratarse de un efecto traumático que dejó tras de sí cierto perjuicio. También puede presagiar un futuro suceso importante.

Una sociedad sana es aquella que tiene a la gente normalmente en desacuerdo, porque un acuerdo general es relativamente raro fuera de la esfera de las cualidades humanas instintivas.

Personas inteligentes que viven como si nunca hubiesen aprendido a utilizar los sentidos.
Otras viven como si hubiesen llegado a un estado definitivo, sin posibilidad de cambio, o como su el mundo y la psique fueran estáticas y debieran permanecer así siempre. Vacías de imaginación dependen enteramente de su percepción sensorial. Su futuro es una constante repetición del pasado.

-         Figura del “Censor”: retuerce las figuras oníricas y las deja irreconocibles o equívocas con el fin de engañar a la consciencia acerca del verdadero tema del sueño. Oculta al soñante el pensamiento crítico.

En el mundo subliminal las relaciones entre las cosas son menos lógicas y más vagamente análogas, menos racionales y, por tanto, más incomprensibles.

Las fuerzas instintivas afectan a la actividad de la consciencia.

Arquetipos. El inconsciente muchas veces se basa en ellos para establecer sus juicios
Inventar es encontrar algo buscándolo, relación con los arquetipos.

El hombre contemporáneo paga el precio de una notable falta de introspección. Se encuentra poseído por poderes que no puede controlar. Los dioses y demonios han adoptado nuevos nombres. Peligros autocreados y mortales.

“La vida es un campo de batalla. Siempre lo fue y siempre lo será, si no, la existencia llegaría a su fin.”

Nuestras fuerzas reprimidas forman una sombra en constante acecho a nuestra consciencia.

Culturas primitivas – Gran Madre Tierra

El mundo se ha ido deshumanizando. El hombre ya no se siente parte él, ha perdido la “identidad consciente” con sus fenómenos naturales. Esto se compensa con los símbolos de nuestros sueños.

Nuestro intelecto ha creado un mundo que domina a la naturaleza. Máquinas monstruosas. Cada vez más medios que podrían representar nuestro “suicidio”.

Nuestra cultura está dominada por la diosa “Razón”, que es nuestra mayor y más trágica ilusión. Con ella creemos que hemos conseguido “dominar la naturaleza”.


lunes, 30 de diciembre de 2013

Día 81: Psicoespacios del individuo contemporáneo (parte 2, la memoria)

Como hemos visto, el inconsciente es el punto clave y origen de nuestros sentimientos, y por lo tanto de nuestra personalidad, la cual ordenaremos posteriormente de forma consciente. Estas funciones del ello ocurren gracias a la existencia de otro de los estadios del individuo, por el cual comenzaremos para explicar este nuevo método de divisiones psíquicas: la memoria.

La memoria/recuerdos

La memoria consistiría en la parte de nuestra mente basada en percepciones pasadas, pudiendo ser tanto inconscientes como conscientes, aunque normalmente, tendemos a denominar memoria a aquello de lo cual logramos tener consciencia de que ha ocurrido, de hecho, se suele decir “he perdido la memoria” o “qué mala memoria tengo” cuando no logramos hacer consciente aquellos recuerdos que sabemos que rondan por nuestro inconsciente sin lograr sacarlos a la luz.
La  memoria es esencial en la conformación del individuo y su personalidad. Somos lo que recordamos y lo que recuerdan de nosotros. Aunque consideremos la realidad la información sensorial del momento presente, todo lo que conocemos y lo que consideramos nuestra existencia se basa en las percepciones que almacenamos tanto de lo que nos rodea (percepciones externas, físicas) como lo que nos conforma (percepciones internas, psíquicas). Es lo que da sentido a nuestra entidad en perspectiva, los sentimientos, temores, deseos, confiriendo coherencia a la vida. Este registro de datos proporcionado por la memoria es lo que denominamos aprendizaje.
Todas las reacciones producidas en el inconsciente que mencionamos anteriormente, y que son fruto de los enlaces entre sentimiento-objeto, ocurren gracias a la existencia de la “memoria inconsciente”. Pero estos objetos no son los recuerdos en si mismos, son catalizadores o hilos que nos conducen a nuestros recuerdos auténticos.

La constatación de la vigencia de toda esta información al despertarnos cada mañana, gracias a unos procesos bioquímicos, es la que nos confiere la seguridad de seguir siendo quien creemos que somos.
La memoria oscila continuamente entre el consciente y el inconsciente, puede ocultarnos los datos, escondiéndolos en alguna de las esquinas de nuestra pared neuronal, haciéndolos misteriosamente visibles en cualquier otro momento, aunque no estemos pensando en ello, nuestro inconsciente parece haber seguido en su busca por su cuenta, o incluso pueden aflorar pasados años, desorientándonos.

Es tal la importancia de nuestra memoria y la forma en la que se ordena que, si súbitamente recordásemos lo que olvidásemos y olvidásemos lo que recordamos, resultaríamos una persona diferente, y esta nueva personalidad tendría la seguridad absoluta de ser quien la memoria le dice que es, como le ocurre a uno de los personajes del escritor Roberto G. Méndez en uno de sus artículos.

La cantidad de recuerdos que nuestra memoria tiene que almacenar y ordenar a lo largo de todos los años de nuestra vida es inmensa. Toda esta gestión y flujo de datos es llevada a cabo por el hipocampo, una superficie alojada en el centro del cerebro, bajo la superficie cortical. El hipocampo procesa los recuerdos a corto plazo durante largos periodos (pueden ser incluso de tres años), forzando a las neuronas a fijar la información hasta guardarla de manera permanente como recuerdo a largo plazo. Todo este trabajo se realiza de forma inconsciente. Los sueños representan una parte importante en este proceso, pues en estos períodos, especialmente en la fase REM, en la cual el cerebro queda libre de la fatiga de las  horas de vigilia. Hay quien sostiene que las imágenes, a veces sin sentido y descontextualizadas, que nos ofrecen los sueños, corresponden a esta tarea de asociación. Una imagen puede estar almacenada en nuestra memoria y aparecer hasta siete días más tarde en un sueño. Esto hace que las disfunciones en el sueño puedan tener repercusiones negativas en nuestra memoria.
La selección de recuerdos conscientes puede parecer aleatoria, pues a veces recordamos detalles sin apenas importancia junto a otros más trascendentales, pero esta situación lo que hace es apoyar nuestra teoría de la relación entre objeto y sensaciones, puesto que un simple detalle como el olor de una flor puede remitirnos a la sensación de felicidad que nos embriagaba el día que conocimos en un parque a la persona de la cual estamos enamorados.

Una de las cualidades más interesantes de la memoria es que ésta no es inalterable ni siempre objetiva. Podemos bloquear, olvidar o borrar experiencias. Podemos deformar recuerdos proporcionándoles nuevos matices. Alteramos lentamente detalles, amoldándolos a nuestros deseos o sentimientos, hasta conseguir una versión satisfactoria.
Y podemos también, por propia iniciativa, o inducidos por otros, crear recuerdos nuevos, lo cual se relaciona íntimamente con el siguiente estadio que estableceremos en este estudio: el “delirio”.

Delirio

Siguiendo la conexión con la memoria, hacemos alusión a los recuerdos creados. Estos recuerdos falsos, pasado un tiempo, pueden resultarnos tan verdaderos y verosímiles como los otros, resistiendo a cualquier tentativa que intentase desenmascararlos. Podría darse el caso de que, aunque las pruebas de la realidad dictasen que son falsos, evidenciando su contradicción, dudaríamos antes de esas pruebas que de la veracidad de nuestra memoria. Este conjunto de delirios y falseamientos de los recuerdos se denominan paramnesias.
Como comentaba anteriormente este tipo de recuerdos irreales pueden ser inducidos por otras personas. Pueden convencernos de que algo ocurrió de una determinada forma, sin ser así, implantándonos sus propios delirios, los cuales pasan a formar parte de nuestra “realidad”.

Pero el delirio no solo engloba a la parte de nuestra memoria, sino que, existiendo tanto consciente como inconscientemente, se relaciona con las percepciones y la conformación de nuestro espacio e identidad. A diferencia de la memoria, no sólo tiene lugar con elementos pasados, si no también con presentes y futuros. No entendemos delirio, en este caso y para el desarrollo de este estudio, desde el punto de vista psiquiátrico, en el cual, el delirio se describe como una patología, posiblemente derivada de otra enfermedad, como podría ser el caso de la esquizofrenia.
Entendemos el delirio como una de las partes fundamentales que conforman la psique de todo ser humano, perfectamente sano, necesaria para el desarrollo del individuo. El delirio hace referencia a aquellas percepciones (conscientes e inconscientes) y pensamientos que no están basadas en datos objetivos o experiencias reales, si no que son creadas por nosotros mismos, a veces como necesidad de compensar, rellenar o suplir estas experiencias verídicas.
Por supuesto, no podemos considerar estas situaciones cuando la persona se encuentra bajo los efectos de alguna sustancia que pudiese proporcionarle ficciones. Se basan en ilusiones y fantasías que un individuo crea independiente a la realidad, aunque pueden surgir a partir de ella.
Evidentemente es la parte del individuo que contiene la imaginación, así como la intuición, absolutamente necesaria en las personas. Creamos fantasías, imaginamos cómo nos gustaría que ocurriesen las cosas, inventamos hechos o situaciones hasta el punto de creérnoslas y hacérselas creer a los demás. Gracias a nuestra parte de delirio podemos crear e innovar. Juega un papel muy importante en las relaciones con otras personas, pues siempre tendemos a crear un personaje de alguien a quien acabamos de conocer a partir de su aspecto físico o algunas palabras que haya pronunciado. Imaginamos cómo debe ser, y a partir de ahí, asociándolo a las ideas que ya existen en nuestra memoria e inconsciente, que tanto hemos comentado anteriormente, generamos unas sensaciones hacia ese persona. La idealizamos, o ridiculizamos, creamos una historia a partir de él o ella. Lo mismo ocurre con los lugares, o las experiencias.
Aquí aparece lo que denominamos “intuición”, aquel sentimiento, con una intensidad marcada que nos induce a creer que determinada acción ocurrirá de la forma que imaginamos, que nuestro delirio pasará a ser realidad consciente y perceptible.

También algunos temas de tanta relevancia como las religiones o incluso regímenes políticos se basan en esta parte humana del “delirio”, en este caso inducido, pues crean hechos indemostrables o ficticios implantándolos en el colectivo social, esto coge tal fuerza en los individuos que convierten el delirio para ellos en algo totalmente real y crucial en sus vidas. Véase por ejemplo el movimiento nazi que prometía un nuevo imperio de paz y grandeza, algo desmesuradamente alejado de la realidad, pero que se convirtió en la prioridad de muchas personas.
De este modo vemos hasta qué punto es importante el delirio en el ser humano. Forma, indudablemente, parte de nuestra personalidad, junto con nuestros recuerdos y experiencias reales conviven en nosotros nuestras propias fantasías, que nos definen de forma mucho más heterogénea e individual, y pueden llegar a extremos que nos transformen, nublándonos la visión de la verdadera realidad.

Hasta ahora hemos definido una serie de estadios que hacen referencia, en mayor o menor medida, a la cara interna del individuo: ello, yo, superyó, memoria y delirio. Pero en toda persona hay un filtro, un cuadro que mostrar al exterior, seleccionando solo determinadas partes de los anteriores estadios: la apariencia.



domingo, 29 de diciembre de 2013

Día 80: Ideas interesantes de "Viaje al Yucatán" de Robert Smithson


Debes viajar al azar como hicieron los primeros mayas, aunque te pierdas en los matorrales, esa es la única forma de hacer arte. Robert Snittson “El viaje a Yucatán”

La intemporalidad se encuentra en los momentos caducos de la percepción, en la pausa común que se divide en una tormenta de arena de infinitas pausas. La enfermedad de querer hacer está sin hacer y la enfermedad de querer ser capaz está incapacitada.

El espacio en sí mismo no es sujeto de la duración, ya que es una abstracción en desarrollo, intemporal, siempre disponible. Los reflejos, por otro lado, son casos efímeros que eluden a las medidas. El espacio es lo que queda del tiempo, o su cadáver, y tiene dimensiones. Los objetos son “espacio simulado”, las heces del pensamiento y del lenguaje. Una vez que comienzas a ver los objetos de un modo positivo o negativo, tomas el camino del desconcierto. Los objetos son fantasmas de la mente, tan falsos como el desconcierto.

La verdadera ficción acaba con la falsa realidad.

La superficie de los espejos no puede ser comprendida por medio de la razón. ¿Quién puede revelar de qué parte del cielo llegó el color azul?¿Quién podría decir cuanto duró el color? ¿Debería significar algo el “azul”? ¿Por qué razón los espejos despliegan una conspiración de enmudecimiento en relación con su propia existencia? ¿Cuándo se convierte un desplazamiento en un desplazamiento erróneo? Todas ellas son preguntas intimidantes que ponen en aprietos a la comprensión. Las preguntas que formulan los espejos siempre quedan a medio responder. Los espejos prosperan en espacios sordos y generan incapacidad. Los reflejos caen en los espejos sin lógica alguna y, al hacerlo, invalidan toda afirmación racional. Los límites inexpresables están del otro lado de los sucesos y nunca podrán ser alcanzados.

Si un artista mirase el mundo a través de los ojos de una oruga, tal vez podría hacer arte fascinante.
El color, como agente de la materia, llenaba las luces reflejadas con tonos ensombrecidos, y convertía la luz en una polvorienta opacidad material. La palabra color significaba originariamente “cubierta” o disimulo. La materia consume la luz y la “cubre” con una confusión de color. Líneas luminosas emanan de los bordes de los espejos, pero los reflejos de sus superficies no revelan nada más que verdes oscurecidos. Los acrílicos y fosforescentes no son nada junto a estos elementos sin refinar de luz y color.

¿Cómo podemos hablar de lo que existe cuando nosotros apenas existimos?
No tienes que tener existencia para existir.

La carga de una percepción real e inmediata se deseca y se vuelve una comprensión insignificante. Los restos fotográficos espectrales son recuerdos debilitados, una realidad fingida de putrefacción. Los horizontes fueron sumergidos y ahogados en la asfixia de los puntos de fuga.

Los árboles parecen calamares gigantes invertidos. Cada espejo es un centro de gravedad.

Aún si tú no puedes ver, otros verán por ti. El arte hace que la vista se detenga, pero esa interrupción sabe desenmarañarse. Al escribir sobre arte se reemplaza la presencia por la ausencia, pues se sustituye la cosa real por la abstracción lingüística. Había fricción entre los espejos y el árbol, ahora hay fricción entre la memoria y el lenguaje. Una memoria de reflejos se convierte en una ausencia de ausencias.

A las moscas les gustan los acertijos, vendrían a verlos desde todas partes. ¿Por qué habría que privar a las moscas del arte?
Los ojos se volvieron dos cestos de basura llenos de múltiples colores, de abigarramiento, matices cenizos, manchas y tonalidades quemadas por el sol. Reconstruir con palabras lo que los ojos ven, en un “lenguaje ideal”, es una hazaña inútil. ¿Por qué no reconstruir la incapacidad propia de ver? Demos forma, de pasada, a las vistas no consolidadas que conforman la obra de arte y desarrollemos una forma de antivisión o visión negativa.
La vista consistía en reflejos anudados que rebotaban una y otra vez sobre los espejos y los ojos. Cada vista despejada se deslizaba una y otra vez dentro de su propio declive abstracto.

El caminar condicionaba la vista y la vista condicionaba al caminar, hasta que me dio la impresión de que solo los pies sabían ver.

El recuerdo de lo que no es puede ser mejor que el olvido de lo que es.

Cuando el artista consciente percibe a la “naturaleza” en todas partes, comienza a detectar falsedad en los matorrales aparentes en la apariencia de lo real y, al final, se muestra escéptico en relación con todas las nociones de la existencia, objetos, realidad, etc,… Obras de arte nacidas de lo inexplicable. En contra de las aseveraciones de naturaleza, el arte se inclina por apariencias y máscaras; prospera en la discrepancia. El arte se apoya en la desdiferenciación, y no en la diferenciación; en la descreación, y no en la creación; en la desnaturalización, y no en la naturaleza; etc,… Los juicios y las opiniones en materia artística son dudosos susurros en un desorden mental. Solo las apariencias son fértiles; son las puertas de acceso a lo primordial. Todo artista debe su existencia a semejante tipo de espejismos. Las pesadas ilusiones de solidez, la no-existencia de las cosas, eso es lo que toma el artista como “materiales”. Dicha ausencia de materia es lo que le genera un gran peso y logra que invoque a la gravedad. El delirio real está desprovisto de locura; si la locura existiera, rompería el hechizo de la apatía productiva. A los artistas no los motiva una necesidad de comunicar algo, su única condición es viajar por lo insoldable.

“Los seres vivos subsisten de sus esperanzas más que de sus sentidos. Para ver lo que ven necesitan, en cierto modo, dejar de vivir; deben suspender la voluntad, como dijo Schopenhauer; deben fotografiar la idea de que es un pasado fugitivo, velado en su propia rapidez.”    George Santayana, Scepticism and Animal Faith.

Los recuerdos no son sino números en un mapa, evocaciones vacías que congregan los terrenos intangibles en regiones suprimidas.




sábado, 28 de diciembre de 2013

Día 79: Picoespacios del hombre contemporáneo (Primera parte del ensayo)


Tomando como punto de partida los estudios y teorías de Sigmund Freud, me dispongo a adentrarme en el interior de la mente humana, explorando las posibilidades que puede ofrecer y comprendiendo, en una pequeña parte, algunas de sus piezas.
Parto de los tres conceptos principales establecidos por Freud de división de lo que sería el individuo psíquico: el yo, el ello y el superyó. Brevemente, pues esto ya lo hizo en su día el citado psicoanalista, describiré estos tres puntos para que nos sirvan como referencia en las teorías posteriores.
Denominamos ello a la parte inconsciente de una persona, en ella residen nuestros instintos más básicos y primitivos, así como aquellos reprimidos. Contiene también nuestros deseos y temores, complejos desconocidos o experiencias olvidadas. Fábrica y almacén de onirismos, la cual aflora en nuestros sueños o mediante determinados impulsos que afectan a nuestra parte consciente.
Suponemos en todo individuo una organización coherente de sus procesos psíquicos: yo. El yo integra la conciencia (acceso a la motilidad, descarga de las excitaciones en el mundo exterior). Del yo parten también las represiones por medio de las cuales han de quedar excluidas, no sólo de la conciencia, sino también de las demás formas de eficiencia y actividad, determinadas tendencias anímicas. Es nuestra parte consciente con la cual nos encontramos más definidos, así como el nexo entre el ello y el superyó.
Este último término hace referencia a la parte moral y censora. A veces la identificamos como algo ajeno a nosotros, proveniente de la sociedad, o figuras que representen para nosotros alguna autoridad. Se encarga de dictaminar aquello que debemos hacer o no hacer, lo que es adecuado dentro de nuestra sociedad, reprimiendo los instintos y necesidades del ello.

Explicados estos cimientos, el estudio posterior se basará en avanzar un poco más sobre ellos, encontrando otras partes de nuestra mente importantes que se escapan de estos tres términos exclusivos. Antes de establecer los nuevos estadios de la mente, considero importante comentar algunos detalles más dentro de esta primera fase, los cuales nos servirán de hilo conductor para las siguientes.

Aparte de contener nuestros instintos primitivos y reprimidos, encuentro en el inconsciente (ello) la pieza fundamental para la conformación de lo que sería nuestra personalidad. Nuestro inconsciente contiene la clave para activar nuestros sentimientos, y nuestras reacciones, las cuales, mediante una serie de enlaces, se transmitirán al yo consciente, encargado de confirmárnoslas y clasificarlas.
Pongamos como ejemplo el miedo, uno de los sentimientos más relevantes en la evolución tanto del individuo como de la sociedad. En nuestro inconsciente, quedan registradas una serie de experiencias enlazadas a sensaciones, se encuentra por ejemplo el temor que nos producía la casa de nuestros abuelos en mitad del campo por la noche, o los perros que parecían tener un tamaño descomunal, enseñando sus dientes, ante los cuales estábamos indefensos. También habita el sonido que nos producía escalofríos o las escaleras que bajaban al sótano. Todos estos objetos de carga negativa los creemos superados, y seguramente al hablar de ellos no nos produzcan la misma sensación que en nuestra infancia, pero, si oímos los ladridos de un perro similar al que temíamos, o nos encontramos solos en las escaleras del sótano, se activará de nuevo en nosotros aquel sentimiento, sin saber por qué. Cuando nuestro consciente busque la explicación a esa sensación, encontrará la relación con estos objetos que tanto terror le habían infundido en el pasado.
Lo mismo ocurre con prácticamente el resto de sentimientos. El inconsciente crea unas redes de relaciones entre objeto o experiencia y sensaciones. Se establecen estas relaciones prácticamente con todo lo que nos rodea. Entramos en clase de matemáticas, todo esta limpio, ordenado, nuestros compañeros de buen humor, sin embargo, nada más cruzar la puerta nos invade una sensación de angustia, pues en nuestro inconsciente, aquel aula esta inmediatamente relacionado con las malas horas que pasábamos en ella y la incomodidad que nos producía. Lo mismo puede ocurrirnos al encontrarnos que el profesor por la calle, aunque este nos obsequie con la mejor de sus sonrisas.
Vamos dando un paseo y nos encontramos con un grupo de compañeros, entre ellos está una persona a la cual admiramos y profesamos hacia ella una serie de sentimientos afectivos. Inmediatamente, antes incluso que su nombre, se activa en nosotros una sensación de felicidad y agrado, la cual se refleja en nuestro rostro, antes siquiera de ser conscientes de quien es o el porqué de estos sentimientos. En algo inmediato, instintivo, igual de inmediato que el cambio se sensación al pasear la mirada y encontrar entre el grupo a ese otro individuo al que, a veces sin ser del todo conscientes, despreciamos.
Si un poco más tarde, aparece otra persona cuyo físico resulta de gran atractivo para nosotros, nuestro inconsciente dominará nuestras reacciones y, a pesar de que el yo o el superyó, las retengan, el ello moldeará en gran medida nuestra forma de comportarnos hacia esa persona.

Como hemos visto, el inconsciente es el punto clave y origen de nuestros sentimientos, y por lo tanto de nuestra personalidad, la cual ordenaremos posteriormente de forma consciente. Estas funciones del ello ocurren gracias a la existencia de otro de los estadios del individuo, por el cual comenzaremos para explicar este nuevo método de divisiones psíquicas: la memoria.

martes, 24 de diciembre de 2013

Día 75: John Kenn

Este ilustrador está participando ahora en la campaña promocional de "Ayuda en Acción". Podemos ver sus ilustraciones en carteles por el metro y otros lugares.
Me encanta su estilo, sus dibujos, su imaginación... Crea escenas y personajes fascinantes, mágicos, con cierto toque siniestro. Recrea esos momentos de la infancia en los cuales creíamos ver monstruos escondidos en el bosque o tras las esquinas. El estilo de dibujo encaja a la perfección con la esencia y contenido de las imágenes, sumergiéndonos inmediatamente en ese universo en el que nos introducíamos cuando éramos niños.
Un toque de belleza agridulce, miedo y magia en las ilustraciones de John Kenn, guardando cierta relación en algunos puntos con la esencia de Tim Burton.






















lunes, 23 de diciembre de 2013

Día 74: Puntos de vista

Una forma interesante de utilizar el dibujo como herramienta de reflexión y conexión entre personas. A veces nuestra capacidad autocrítica hace que nos machaquemos, haciéndonos pensar que somos algo mediocre, mucho peor de lo que la gente ve en nosotros. Esto origina muchos complejos e inseguridades, a veces no está mal confiar en uno mismo y hacerse valer, sin dejar nunca de intentar mejorar.


sábado, 21 de diciembre de 2013

Día 72: Francoise Nielly

Desde el día en que descubrí a esta artista quedé impactado con su obra. Es única e increíble. Para mí es un gran ejemplo a seguir, ojalá algún día consiga alcanzar un estilo personal tan potente y enérgico como el suyo. Total admiración por ella.










jueves, 19 de diciembre de 2013

Día 70: Walk with me

Me pareció interesante esta propuesta, ya que guarda cierta relación con el último proyecto realizado para la asignatura, el de la ciudad.
En esta empresa nos ofrecen una nueva posibilidad de visita por Madrid, a través de unos mapas muy estéticos que rompen con el concepto actual que tenemos de folleto o mapa. Las ilustraciones y diseños son muy atractivos, haciendo el conjunto de recorridos y lugares mucho más interesante.

http://www.walkwithme.es/