lunes, 14 de octubre de 2013

Día 12: opuestos y evolución a partir de una cama

La figura de la cama siempre ha supuesto una pieza clave en el imaginario colectivo, especialmente en el infantil. Motivo de reflexión de muchos filósofos y artistas, así como una parte importante en el desarrollo e identidad humana.
En innumerables cuentos para niños aparece la cama con una simbología muy variada. Podemos encontrarla en "Ricitos de oro", en el cual establece una íntima relación entre las características de la cama y la persona, y la relación de posesión entre ambas, pues a los osos no les hace ninguna gracia encontrar a una persona desconocida ocupando su cama. En otros ejemplos, la cama representa un viaje, ligado al mundo de los sueños que en ella acontecen, como en "Nemo" en el cual la cama es el vehículo con el cual el protagonista realiza dicho viaje, o "La bruja novata". También aparece como símbolo del letargo o de la muerte en ejemplos tan conocidos como "Blancanieves" o la "Bella durmiente". La cama es el lugar donde vivimos y disfrutamos de los más mágicos sueños y también donde nos persiguen las peores pesadillas, crecemos y vivimos en ella despertando los sentimientos más antagónicos.
Observando esto queda claro que la cama puede contener decenas de lecturas posibles, con significados muy arraigados y cercanos a nuestra cultura, recurrir a ella genera en nosotros al instante una emoción. Se convierte este elemento en un punto de partida muy jugoso que nos ofrece un abanico de posibilidades realmente interesantes.

Entre las múltiples lecturas que podrían surgir en un comienzo, aparecen una serie de palabras evocadas por el concepto de cama: descanso, siniestro, sueños, barco, viaje, hogar, atemporalidad, convalecencia, opuestos,...
Contemplando esta marea de términos en apariencia dispares, encontramos algunos que quizás nos sorprenden, pues a lo mejor no nos los habíamos planteado anteriormente aunque vagaban en nuestro concepto de cama inconscientemente. Es aquí donde comienza nuestra investigación. Estas palabras implícitas que nos interesan son siniestro y opuesto, Seguramente, si le pides a alguien que te describa una cama no utilizaría estos términos, pero involuntariamente también aparecen en la imagen colectiva de cama.

Apoyándonos en el texto de Sigmun Freud "Lo siniestro", encontramos una explicación que establece que nos resulta siniestro aquello que siendo conocido y ligado a nuestra vida e infancia (heimlich) se vuelve, con el paso del tiempo, desconocido, generándonos una sensación de misterio e inquietud (unheimlich). La cama se convierte en un claro ejemplo de lo siniestro, albergando estas características; nuestra cama representa confort, seguridad, pero también refleja nuestros miedos y pesadillas (oscuridad, monstruos debajo de la cama,...).
Esta descripción de la cama como elemento "siniestro" por su doble simbología, se hila claramente y nos transporta al segundo de los conceptos elegidos: "opuestos". La cama alberga multitud de opuestos en sus significados; es la noche y el dia, sueño y vigilia, fantasías y pesadillas, pasividad y acción, felicidad y sufrimiento,... pero entre todos encontramos en la cama la mayor metáfora de la vida: en una cama naces y en el lecho feneces, muerte y vida. No nos cabe duda de la profundidad conceptual que reposa en este objeto, el cual ahora describimos como el fruto de la unión de contrarios. Tan importante es esta relación entre opuestos, que sin ella no podríamos conocer la totalidad de la cama y por extensión, de la vida, pues, ¿quién que no haya sufrido puede conocer la felicidad? ¿Quién que no sienta calor podría afirmar que tiene frío? ¿Quién que no tenga certeza la muerte puede esforzarse en disfrutar de la vida?
A propósito de estos pensamientos, nos encontramos con Levi Strauss, quien propuso el modelo de las oposiciones binarias, según el cual todas las culturas del mundo clasifican y colocan los elementos de su pensamiento en pares de oposición (noche-día; antigüedad-modernidad; hombre-mujer, etc.). Allí donde la lingüística estructuralista enseñaba que existe una relación arbitraria entre el significante y el significado, Levi-Strauss extendía esta idea al entendimiento de los sistemas de clasificación de las culturas, y defendía la idea de que los elementos de un sistemas de pensamiento deben ser interpretados en función del contexto en el cual están inmersos, de la misma manera en que el significado de una palabra sólo es comprensible en referencia a otras palabras. Todo necesita de su opuesto para ser explicado.

Este bucle y transformación de ideas, nos marca un hilo conductor, un eje determinado por estos conceptos: la cama contiene la evolución. La evolución del día a la noche, de la infancia a la madurez, de lo agradable (heimlich) a lo siniestro (unheimlich), del nacimiento a la muerte. La evolución consiste en el nacimiento de una idea tras la muerte de la otra, así ocurre el avance, así se genera el conocimiento. La historia nos muestra una elipse, en la cual, su desarrollo consiste en el nacimiento y muerte de etapas: la figuración clásica murió al nacer la abstracción románica, y tras la muerte de esta aparece el renacimiento y neoclasicismo, el cual vuelve a apagarse surgiendo vanguardias como el cubismo o el fauvismo. Así hasta nuestros días, la continua oposición ha generado nuestra situación y conocimiento actuales. El cambio y dinamismo entre muerte y vida suponen la evolución.


Cerramos este bucle de ideas en torno a una cama, es lógico que algo tan lleno de significados nos lleve a una divagación extensa, llegando a relacionar la cama con el concepto  de evolución. Vagando entre las olas de significados, una cama se transforma en un viaje, un sueño, pudiendo tornarse siniestras pesadillas, que encuentran su equilibrio apoyándose en opuestas fantasías, muerte y vida, que nos llevan por el sendero de la sabiduría, y así al posar los pies sobre la orilla, sabremos que al saltar de nuestra cama nos espera la aventura de crecer, de sanar las viejas heridas.

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