lunes, 4 de noviembre de 2013

Día 30: Des-conexión

Dando un paso más en nuestra investigación, esta vez tomamos como objeto de estudio el inmueble, que, como es lógico, contiene también los temas tratados con anterioridad. Desde luego, la idea actual de inmueble es la de un contenedor de vidas, de historias, colocadas unas encima de otras, aprovechando cada espacio y ocurriendo todas a la vez. Partiendo de esta imagen aparecen términos como: dinamismo/agitación, monotonía, roca, hormiguero, multiplicidad., ocupación, habitantes, fachada, divisiones,...
A partir de estas palabras, y animados por el texto de Perec sobre el inmueble, comenzamos a fijarnos en situaciones que ocurren, simultáneas, dentro de este espacio, dividido a su vez en pequeños espacios. Alguien puede estar leyendo el periódico, otro tomando un café, dándose una ducha,... y, separado sólo por unos centímetros de pared, otra persona puede estar durmiendo en su cama o manteniendo una animada conversación. Esta idea nos suscitaba especial interés; dos situaciones de lo más dispares pueden estar ocurriendo en el mismo tiempo, en el mismo espacio (a escasos centímetros) sin tener ninguna relación una con la otra, ninguna de las personas tiene consciencia de lo que ocurre a su lado, por lo tanto no pueden interactuar ni afectarse pese a la cercanía espacio-temporal. Incluso puede que dos personas estén realizando la misma tarea, por ejemplo preparar la comida, cada uno a su manera, sin poder enriquecerse de los detalles del otro; estarían conectados en tiempo, espacio y acción, pero a la vez totalmente desconectados sentimental y cognitivamente. Esta dualidad tan cotidiana nos resulta de lo más interesante.
¿Qué ocurriría sí rompiésemos esa delgada barrera que nos desconecta? ¿Sería adecuado hacerlo? Seguramente si planteásemos un agujero en la pared entre ambas casas o que esta pared fuese de cristal, de tal forma que ambas familias pudiesen contemplar sus vidas, surgiría al instante un sentimiento de desprotección, desnudez e impostura, del cual nos salva el anonimato proporcionado por estas paredes divisorias. La idea de vida, casa y habitar cambiaría por completo: desaparecería el confort, la comodidad, la intimidad, nuestra vida se convertiría en un teatro en el que aparentaríamos dar la imagen modélica que se espera de una familia, sin salirse del guión.
Volvemos finalmente a centrarnos, después de estos pensamientos, en lo que sería la idiosincrasia, la esencia de las vidas dentro de un edificio. El inmueble representa la superposición de vidas aconteciendo en un mismo lugar al mismo tiempo, conectadas, pero sin ninguna relación psíquica ni emocional entre sus acciones, por lo tanto, el inmueble es una "conexión des-conectada".

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